Las Voces del Lowcountry

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Elsa

La adopción de la Reforma Inmigratoria de Carolina del Sur fue acompañada por una fuerte y hasta a veces amenazadora retórica anti inmigrante. En esta entrevista, Elsa Méndez recuerda el estrés que ella y muchos otros inmigrantes latinos experimentaron mientras la ley era debatida. Sobreponiéndose a sus miedos, Elsa participó en las demostraciones públicas del año 2011 cuando la SB 20 era apelada en la corte federal. 

Segmento de la entrevista de Elsa Méndez con Marina López, 14 de junio de 2013, cortesía del Programa de Historia Oral del Citadel y de Lowcountry Digital Library. Este segmento corresponde a los minutos 39:20-48:27 de la entrevista original. Para acceder a la grabación completa de esta historia oral y su transcripción, haga clic aquí.

Marina López: ¿Cuáles fueron—¿Cómo siente usted que ha ido cambiando el ambiente?, en este proceso que usted ha hecho de irse acostumbrando a vivir acá de que, de que está más tranquila, que Dios la acompaña por una parte de que usted se va sintiendo más tranquila. Pero por otra parte que la situación política ha ido empeorando en este tiempo.

Elsa Méndez: Sí, totalmente.

ML: ¿Cómo ha vivido eso usted?

EM: Al principio no me preocupaba, bueno me preocupaba pero era como que no tomaba en cuenta el peso de las cosas, no sé si era por la edad o porque me enfocaba en sobrevivir, nos enfocábamos en eso y no le prestábamos atención a lo demás.

Y en los últimos años hemos tenido que hacerlo porque sí, porque lo hemos tenido que hacer, porque está a la vista.

ML: ¿En qué han notado los cambios Elsa?

EM: Porque—en muchas cosas, en la policía, en cómo la gente nos mira, en tantas cosas.

ML: La policía ha estado siempre, Elsa.

EM: Sí, ha estado siempre, pero no de la misma manera, antes veías un auto de policía y decías, “Es la policía”, hoy por hoy, ves la policía y sabes que no tenés licencia, que es algo tan fundamental para moverse acá porque no puedes ir caminando a ningún lado, y te sentís como un homicida.

ML: ¿Le pasó algo así a usted?

EM: Sí, me ha pasado porque—bueno, mi licencia expiró hace dos años, para sacarla hay que hacer 10,000 travesías, irse del lugar, ir a buscar un lugar donde la den—porque acá a los ilegales no les dan nada.

ML: A un estado, un lugar en que todavía le pueden dar licencia válida?

EM: Claro que sí.

ML: ¿A dónde va la gente ahora?

EM: Bueno, el último viaje que hice fue a Nuevo México, y lo hice con la espalda lastimada, en auto y viajé interminables horas para llegar a Nuevo México porque lo hicimos en auto, y no pudimos sacarla.

ML: Se fueron a New México para ver si les daban licencia—una licencia válida de New México, y no se las dieron.

EM: No, y uno se hace un viaje terrible, arriesga la vida, porque uno pasa por lugares que no se imagina, que puede pasar cualquier cosa, y deja a los hijos, se expone a todo para ir a conseguir algo tan fundamental como una licencia.

ML: Para poder salir a llevar a los chicos a la escuela, para poder salir al supermercado.

EM: Sí.

ML: ¿Le ha pasado o ha tenido problemas de que la paren a usted por no tener licencia?

EM: Sí, me han parado, pero le he pedido a Dios que me cubra y él me sigue cubriendo, y me he puesto a llorar desconsolada y creo que la cara del policía, eso lo ha espantado, me ha dicho, “Vaya, señora” o algo así.

ML: ¿Cuándo le pasó eso?

EM: Me pasó—haber—no, no puedo determinar el tiempo porque mi memoria es corta pero, me pasó una vuelta acá, que me dijo que me había pasado un stop y no había sido así.

ML: ¿Acá en Johns Island?

EM: Sí, acá en Johns Island, y—bueno, me dijo, “Póngase al costado, deme la licencia, ¿Cuánto hace que vive acá?”, en ese momento te interrogan tanto que ni siquiera puedes pensar porque es así.

Los nervios y la angustia de saber que no somos criminales y te tenés que sentir así, como tal, es terrible.

ML: ¿Pero no se la llevaron?

EM: No, gracias a Dios no. 

ML: ¿Lo espantó usted al policía?

EM: Sí, yo creo, y después de tenerlo—por ejemplo, pusieron a un policía acá en el barrio para cuidar, y lo tuve casi dos meses enfrente de mi casa, pero no por la—poco salgo para que no me pidan la licencia, y me llegan a molestar por los perros porque tenía unos perros—usted sabe—unos perros rottweiler, y empezó—vino a mi casa y me dijo, “Deme la licencia de conducir”, y yo digo, “Este es el colmo, no salgo y me lo vienen a pedir por los perros” pero yo lo pensé, porque podría haberle dicho, “¿Por qué le voy a dar la licencia?, ¿Por qué viene a mi casa a golpearme la puerta, a asustar a mis hijos”, porque mis hijos se asustan y a pedirme la licencia.

Y sí se la di y me dijo, “Esta licencia está expirada, y si usted sale de esta casa, se sube al auto y maneja, usted va a ser detenida”.

ML: ¿Y después de eso?

EM: Después de eso salí con temor, subirme al auto—es como cuando uno se sube al auto con miedo. 

ML: Y usted me dice que siempre estaba aquí en el barrio, entonces—

EM: Sí, pensé en denunciarlo porque me sentía acosada por él, y bueno, no lo hice.

ML: ¿Qué pasa ahora si alguien necesita llamar a la policía?, ¿Se siente con la misma tranquilidad usted de llamar a la policía antes que ahora?, si usted necesitara a la policía, ¿Se animaría a llamarlos? 

EM: Si lo tenemos que hacer sí, es como que, hoy por hoy, siento que va a pasar lo que tenga que pasar, si yo decido vivir encerrada, no puedo seguir viviendo, entonces me encomiendo a Dios y salgo. 

ML: Y una de las cosas que usted me contaba recién es que—antes de que empezáramos a grabar—cuando tuvo este problema de decir si la ley de inmigración pasaba en el estado o no, participó mucho en eso, ¿Verdad?

EM: Sí.

ML: Cuénteme en qué cosas participó usted.

EM: En realidad me enteré por casualidad—no fue por casualidad. La primera vez que me enteré que habían hecho una reunión—que fue esta que no fui—me dijeron, no sé, nos juntamos con amigas y qué sé yo, y Andrea dijo algo como que si estamos de acuerdo y todo, teníamos que ir, que no nos podíamos quedar.

Y eso me quedó resonando en la cabeza, yo dije, “Sí, es verdad”, después me llamó usted, no fue por casualidad y me invitó a la—sí, a la misa. Y entonces decidí ir y fue fuerte ir ahí, nos encontramos con testimonios de personas que aún sufren más que uno, y que han sido abusadas.

Y después ahí también me decidí a ir a la marcha y sabía que iba a haber policías y que iban a—¿Y qué vamos a estar ahí?—pero creo que fue uno de los momentos en los que más libre me he sentido desde que estoy acá porque grité mucho, y grité—no tratando ni maltratando ni insultando ni, simplemente era un grito de libertad así.

ML: ¿Qué era lo que usted gritaba? 

EM: Hermanos unidos jamás serán vencidos. Y en realidad sentí que éramos tantos. 

ML: ¿Qué era lo que estaban pidiendo en la marcha?, ¿Se acuerda?

EM: Sí, que no se diera la ley—no me acuerdo el número—

ML: SB 20.

EM: Sí, esa. Y pedíamos a eso, pedíamos—es que es vivir dignamente lo que uno pide, nada más.

ML: Vivir dignamente y para usted, ¿En qué se traduce que usted quiera vivir dignamente?, ¿Qué es lo que usted aspira?

EM: En tener libertad, libertad de poder movernos, libertad de poder ser personas, pero bueno.